Recientemente se ha disparado las alarmas en la Turquía secular ante los comentarios de varios miembros del gobierno de Erdogan de que se va iniciar un proceso de segregación por sexos en las residencias mixtas universitarias de carácter público. Al principio parecía una medida dirigida a contentar su electorado mas tradicional y solo centrado en las residencias estatales, pero tras escuchar las variadas manifestaciones de Erdogan y sus ministros, se ha comprobado que la medida esta integrada en un programa mas amplio con el objetivo último de intervenir también en las residencias privadas e incluso en pisos de estudiantes con el fin de evitar que chicos y chicas vivan juntos sin estar casados.
Nos encontramos ante la enésima medida de carácter represivo dirigida contra el sector laico de la sociedad turca. Erdogan, que podría haber grabado su nombre en la historia como el líder que ejecuto las grandes obras públicas nacionales, parece empeñando en generar una polarización total de la sociedad en búsqueda de unos réditos electorales que nadie entiende. Pero este tema es muy serio ya que el Primer Ministro pretende cruzar la sagrada linea de la privacidad, aquella que claramente esta definida en el derecho inviolable que tienen los domicilios y la libertad que supone el vivir con quien uno quiera, con independencia de su sexo.
A lo largo de estos días, los defensores de la idea de la segregación por sexos han acusado a las residencias mixtas de ser lugares de organización de actos terroristas, indicando que en algunas se ejerce incluso la prostitución presentando cero estudios serios que avalen sus argumentos. Pero la realidad es totalmente la opuesta, la vida en residencias o casas mixtas mejora la compresión entre hombres y mujeres, favorece el respeto y la igualdad y no tiene un impacto negativo en el rendimiento de los alumnos.

Pero el tema es que uno no necesita de buscar justificaciones para defender las bondades de este sistema mixto, porque en el fondo las familias y las personas individuales son libres de elegir con quien quieren vivir y si quieren alojarse, por el motivo que sea, en residencias segregadas con seguridad encontraran este tipo de alojamiento de forma privada, al igual que sucede por ejemplo en España. Por lo tanto no hablamos de un problema real sino mas una justificación superflua para imponer un modelo de vida tradicional basado en las propias creencias de un partido, aunque mayoritario en Turquía, solo representa a una parte proporcional de la población.
Lo que trasciende en el fondo de este discurso político, es la anticuada idea de que la mujer es pecadora, generadora de tentaciones y que su única función real es tener y cuidar niños. Según este punto de vista estos espacios compartidos son idóneos para la perversión y la lujuria. Tayip Erdogan habla de que esta medida busca proteger los derechos de la mujer, cuando este gobierno no ha dado ningún paso para defender la igualdad real, es decir evitar la discriminación laboral y social de la mujer, así como aliviar la fuerte presión psicológica que sufren las jóvenes turcas siempre condicionadas por sus familias.
Los estudiantes universitarios son todos mayores de edad, personas que para todos los casos son adultos penalmente y tienen una serie de obligaciones pero a la vez una larga lista de derechos entre ellos a los de elegir libremente donde, como y con quien quieren vivir. Además el concepto «estudiante» abarca una amplia variedad de situaciones, porque uno se pregunta cuando acaba realmente la vida universitaria, así ¿se verá afectado un estudiante de postgrado o de tesis por esta misma política?. Con todo lo mas peligroso es que el gobierno quiere entrar a controlar incluso los domicilios, algo protegido en todos los países del mundo. Las casas particulares, parafraseando a Ikea, son autenticas repúblicas independientes, espacios donde nadie puede intervenir a excepción de los propias personas que allí residen. Ninguna institución, ni la policía ni el ejercito ni nadie, puede intervenir en estos espacios privados y eso es un derecho innegociable.
El gobierno de Erdogan sólo es el gestor «transitorio» de este gran país llamado Turquía, ni es su padre, ni su confesor, ni su dueño y aunque parezca mentira es necesario recordárselo para que no olvide que su poder acaba donde se inician los derechos y libertades individuales, los cuales tienen carácter universal y perdurable.
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La inviolable privacidad turca
Actualizado el 12 noviembre 2013.

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