Cuando uno pasea por la famosa avenida İstiklâl en Estambul, muchos nos quedamos absortos por la exhibición comercial y monumental de la calle que suele estar llena de gentío venido de todas las partes de la ciudad; lapsus temporal que siempre es roto por el sonido de un tranvía que intenta atravesar la marabunta y que advierte constantemente al paseante de una posible colisión; un sonido de campana que se entremezcla en el ambiente con los flashes de las cámaras, ya que este rojiblanco vehículo constituye una de las estampas más retratadas por los turistas.

El conocido como Tranvía de Taksim a día de hoy tiene meros fines turísticos pero en el pasado constituyó uno de los elementos esenciales para la comunicación de los estambulís. Con todo lejos quedan aquellos tiempos en el que tranvía era tirado por caballos y no contaba con electricidad, que solo sería añadida a partir del año 1914 momento en que el tranvía se convirtió en el principal medio de comunicación de la ciudad.
La llegada del coche y de los autobuses propició su declive y las líneas fueron cayendo en desuso hasta que en los años 60 del siglo pasado, los tranvías desaparecieron del panorama urbano de Estambul.

La nostalgia y la peatonalización en 1990 de la avenida İstiklâl, impulsó la recuperación del tranvía que parte de la plaza de Taksim y lentamente se dirige hacía Tünel, haciendo hasta 5 paradas intermedias, en un recorrido de 1,6 kilómetros.
La mayor parte de sus 6000 usuarios diarios son turistas, aunque puntualmente se suben clandestinamente niños turcos que peligrosamente se montan en la parte trasera del vehículo.
El Tranvía nostálgico de Taksim – Tünel (Taksim-Tünel Nostaljik Tramvay en turco) en poco tiempo se ha convertido en uno de los símbolos de Estambul, de hecho es frecuente que el mismo aparezca en revistas, vídeos musicales o series de televisión; una imagen para no olvidar jamás y que está grabada en la mente de todos aquellos que vivimos y sentimos esta mágica metrópolis.
Actualizado el 8 abril,2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño