La mayoría de los viajeros que han viajado alguna vez a Estambul o a Turquía probablemente hayan conocido el aeropuerto de Atatürk y su terminal de vuelos internacionales; un lugar con una mística especial por ese ambiente que entremezcla la esperanza de la llegada y la melancolía de la despedida, un paisaje inherente a nuestros viajes que hoy solo parece trasmitir tristeza y rabia tras el brutal atentado ocurrido este martes día 28.
Nos podía haber pasado a cualquiera, de hecho la hermana de mi novia trabajaba allí hasta hace unas semanas, pero esto no trata de nosotros, no nos ha tocado y los protagonistas hoy son las 41 personas fallecidas (por ahora) y los cientos de heridos. Ciudadanos anónimos, mayoritariamente turcos, que viajaban muy probablemente al reencuentro de sus familias para celebrar el fin del Ramadán, esa festividad sagrada que un grupo de fanáticos ha mancillado con sangre.

Ahora surgirán voces de miedo, de odio al musulmán, se maldecirá a todos aquellos que procedan de Oriente Medio con independencia de su religión, etnia u origen y olvidaremos que son ellos las principales víctimas de los atentados, además de ser ellos los únicos que luchan sobre el terreno contra los «iluminados del mal». Aun así los consideraremos muertos de segunda, gente asesinada que no tienen tanto valor como los fallecidos en París o Bruselas y aún es peor, algunos los atacaremos dos veces, como a esos millones de refugiados a quienes le negamos cobijo y aún encima los insultamos por querer huir.
Yo no voy a seguir esa senda, el odio no contaminará mi discurso y no me voy a plegar al miedo; desde el blog llevo años, pese a las amenazas y los ataques del PKK e ISIS, recomendando viajar a Estambul o a Turquía, no voy a cambiar un ápice mi discurso y lo mantendré aunque sea a contracorriente como lo he hecho con anterioridad; evidentemente, es mi opinión personal y cada cual es libre de hacer lo que quiera con sus viajes, pero YO SEGUIRÉ VIAJANDO A ESTAMBUL, seguiré viendo a mis amistades, disfrutando de sus monumentos y de su rica gastronomía. No me importa el temor de los demás, yo me siento cómodo y seguro yendo allí y el terrorismo no podrá con eso.
Me despido con un sentido pésame y recuerdo de los fallecidos y a sus familiares, además de esperar la pronta recuperación física y psicológica del centenar de heridos del atentado. Es hora de lucha, en la medida que nos sea posible, para que los fanáticos y los terroristas no vuelvan a atentar contra Turquía ni contra cualquier otro lugar del mundo.
¡Hasta siempre hermanos/as!
Postdata 1 para los terroristas que se inmolaron. Lo siento, os han engañado, pero no iréis al paraíso prometido, a los asesinos solo los esperan en el infierno.
Postdata 2 para los fanáticos. Hagáis lo que hagáis Yo seguiré viajando a Estambul

Actualizado el 30 junio, 2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño


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