Estambul es una ciudad de contrastes y así podemos encontrarnos con situaciones tan curiosas como el encontrarnos a cientos de jóvenes brindando con Rakı, mientras a sus pies devotos ponen velas en plena sobriedad en una angosta capilla; una escena única que solo podemos vivir en directo si nos acercamos a la Ayazma de Santa Catalina.

La ciudad está lleno de manantiales naturales o «ayazmas» que tienen la consideración de sagrados y que son respetados y utilizados por los estambulís con independencia de su religión.
La mayoría de las fuentes sagradas se encuentran asociadas a iglesias, siendo algunas realmente populares como sucede con el caso del Monasterio de Balıklı (donde se dice que habita un pez inmortal) o de la iglesia de Santa María de las Blanquernas; lo que si ninguna es tan singular como esta que homenajea a Santa Catalina, la cual se encuentra ubicada en los bajos de un popular restaurante de pescado en el barrio de Moda en Kadıköy.

La leyenda cuenta que en 1924 un pescador local observó como emergía un manantial en las cercanías de la playa; en el lugar donde el manantial salía a superficie fue encontrado un pequeño icono de Santa Catalina de Alejandría, que aparentemente había pertenecido a una antigua iglesia existente en la zona.
Este hecho fue considerado como un signo divino y por este motivo las autoridades de la diócesis metropolitana de Calcedonia procedieron a construir allí una pequeña capilla de madera que pasaría llamarse Iglesia y Ayazma de Santa Catalina (Ekaterini kilisesi ve ayazma en turco).
En 1934 la iglesia fue destruida y se construyó una nueva capilla integrada ya en la estructura de un restaurante de pescado conocido popularmente como «Koço«, en referencia a su popular propietario, un turco de origen griego cuya familia acabaría por convertirse en los guardianes del manantial.
La dicotomía de Koço es digna de ser vivida, ya que mientras en la terraza superior los ciudadanos disfrutan de los licores y los tradicionales mezes turcos, todo ello aderezado con las mejores vistas al mar, unas escaleras laterales nos trasladan a la intima estancia del manantial, donde decenas de retablos e iconos acompañan la escenografía de la fuente sagrada.

Un icono plateado de Santa Catalina, adornado con flores, cubre gran parte de la pared del templo siendo el elemento decorativo más singular del conjunto; los observadores no pasaran por alto que en él se ha realizado una representación de una rueda en su parte inferior izquierda, que recuerda como la santa fue salvada por la divinidad de la tortura preparada por el emperador Majencio, el cual ordenó castigar a Catalina con una maquina de ruedas con cuchillas afiladas. Finalmente, la santa moriría decapitada motivo por el que en su mano porta una palma, al ser este el símbolo del martirio.
Los visitantes pueden tomar agua de la fuente o realizar una petición a la santa con una vela, pero según cuentan los locales no es un lugar adecuado para pedir deseos relativos al «amor», como fórmula de respeto hacía la santa, la cual murió virgen a los 18 años de edad.
El espacio es estrecho y pequeño, apenas caben un par de personas a la vez, pero suficiente para poder obtener de él una atmosfera única, que ofrece un coctel de sensaciones que garantiza una experiencia religiosa de gran calado espiritual que a mi modesto entender merece ser vivida; con todo si uno no lo siente así o no quiere beber de la sagrada agua de la fuente, Koço nos estará esperando con sus mejores galas para ofrecernos uno de los ambientes más animados de esta parte de la ciudad.

Actualizado el 12 abril,2021.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
buenos días Miguel por lo gral. a mi me encanta Estambul y tambien sus novelas, gracias por enseñarnos este país tan hermoso e histórico
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un placer compartirlo contigo y con todos mis seguidores. un abrazo
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