Estambul fue una de las grandes capitales del Islam durante el apogeo del Imperio Otomano, de hecho durante el califato otomano las 3 ciudades sagradas (La Meca, Medina y Jerusalén) quedaron bajo control turco.
Esa influencia hizo que la gran metrópolis acabara siendo depositaria de algunas de las reliquias más importantes del profeta Mahoma, como es el caso de dos de sus túnicas; una de estas prendas se encuentra en el Palacio de Topkapi, mientras que otra es protegida en una pequeña mezquita llamada Hırka-i Şerif (Hırka-i Şerif camii en turco).

Situada no muy lejos de la célebre Mezquita de Fatih, es un templo prácticamente desconocido para la mayoría de los turistas, pese a la singularidad de su arquitectura y al hecho de contar con el poderoso atractivo de la reliquia de la túnica; quizás esto se deba a que está un poco alejada del centro turístico de Sultanahmet, pero también por el hecho de que la túnica solo se exhibe durante el mes sagrado del Ramadán y permanece bajo custodia el resto del año.

La túnica con la Mahoma ascendió a los cielos
La túnica, que fue la utilizada por el profeta Mahoma durante su ascensión a los cielos, fue dada como regalo a Veysel Karani; dado que el mismo no tuvo descendencia la prenda sagrada (que esta tejida en piel de camello) fue heredada por su hermano Sihabeddin El-Üveysi cuya familia y descendientes la han mantenido a salvo desde aquella, siendo la familia Köprülü la actual guardiana de la misma.
En el siglo XV los Üveys se asentaron en Estambul tras recibir una invitación del sultán Ahmed I y durante siglos la prenda fue exhibida en una de las casas particulares de los Üveys. No será hasta el año 1851, cuando el sultán Abdülhamid I ordena construir la actual mezquita con el fin de dar dignidad a tan preciada reliquia.

El templo de Hırka-i Şerif
La mezquita sorprende exhibiendo un estilo Rococó, con dos minaretes que flanquean las 3 puertas principales y a un llamativo rosetón central.

De diseño ortogonal, el área de oración es modesta en extensión y en ella sobresale una lampara central que con su luz ilumina a un logrado Mihrab, donde es frecuente escuchar recitar el Corán a los alumnos de la escuela coránica cercana. Su púlpito, es otros de los elementos destacados, atril de oración que en su progresión vertical nos acerca a una cúpula que se a abre al exterior a través de 8 ventanales.

La mezquita de Hırka-i Şerif, es otro ejemplo del inabarcable patrimonio religioso de Estambul, un valioso tesoro que se guarda a veces en pequeñas mezquitas o santuarios que incluso los locales desconocen.
Todo ello nos hace recordar que cuando planifiquemos una visita a Estambul debemos mirar mas allá de sus grandes monumentos, porque el legado histórico de la ciudad es tal que a veces nos perdemos verdaderas joyas de la humanidad.

Actualizado el 28 marzo,2023.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño