“La luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, Y allá a su frente Estambul”
Este verso extraído de la famosa Canción del Pirata de Espronceda, resume como nadie la dicotomía inherente a Estambul, la de una ciudad que se extiende por dos continentes y donde el Bósforo fluye blandiendo las olas suavemente, creando un sentimiento de placer único que solo se activa cuando uno visita por primera vez esta ciudad.
Capital de hasta 4 imperios (Romano, Bizantino, Latino y Otomano) y guardiana de una población de casi 15 millones de habitantes, Estambul es dinamismo y efervescencia, una ciudad única sin la cual la historia del mundo estaría por siempre incompleta.
Una ciudad con tanto patrimonio, que es imposible abordarla completamente y que ofrece mil rutas y caminos diferentes al visitante, alternativas que siempre dejan satisfecho, porque pocos son los que se marchan de Estambul sin enamorarse de su esencia, ya que el alma de Turquía nace y muere aquí.
Taksim, el centro comercial de Estambul
La ruta por la ciudad puede comenzar desde innumerables puntos pero a mi me gusta hacerlo desde el centro del Estambul moderno: el comercial barrio de Taksim.
Aunque Taksim oficialmente solo hace referencia a la plaza del mismo nombre, los turcos hacen referencia con ese nombre a toda la extensión urbana organizada entorno a la famosa avenida İstiklâl, que siempre se presenta abarrotada de transeúntes que buscan disfrutar sin tapujos de la rica gastronomía local así como de las mejores tiendas de moda y electrónica.
Pero Taksim esconde mucho más, es pura explosión arquitectónica y cultural, con edificios de bello acabado que alojan galerías comerciales, librerías y museos, todo ello armonizado por la música de los artistas callejeros y el sonido del siempre pintoresco tranvía, que se abre paso entre la multitud sonando con frecuencia sus campanas.
Un barrio que siempre destacó por su carácter abierto y cosmopolita, cuyas cualidades se desarrollarían especialmente cuando comenzó a servir de sede de la vida diplomática de Turquía. Algunas de aquellas embajadas, hoy convertidas en consulados por el traslado de la capital a Ankara, eran palacios de elegante cuya presencia aun sigue embelleciendo el conjunto como sucede con el caso de las oficinas de Suecia, Holanda y Rusia.
Los cristianos dominaron numéricamente sus estrechas calles hasta mediados del siglo XX, por ello no es de extrañar la gran diversidad de iglesias existentes en la zona; templos que pertenecen a un gran variedad de ramas (ortodoxas, armenias…) y entre las que podemos destacar por su importancia la iglesia de San Antonio de Padua, un templo católico de llamativos colores rojizos a la que se accede atravesando al interior de un patio desde donde podemos admirar la belleza armónica de su fachada.
Gálata, la bohemia torre de la ciudad
Tünel no es solo el lugar donde muere el tranvía y nace su histórico funicular, sino que sirve también de puerta de entrada en los dominios de Gálata, una autentica colonia genovesa que cohabitó durante años a la sombra de la grandeza de Constantinopla.
Al principio de la calle que nos permite descender al corazón de Gálata nos encontramos con el antiguo monasterio de la logia Mevlevi, comunidad cuya peculiar danza giratoria hoy constituye uno de los símbolos de Turquía. El centro acoge un interesante museo donde se exhibe una completa colección que explica paso a paso la peculiar vida de estos eruditos.
En las cercanías del Mevlevihanesi se encuentra el verdadero símbolo del barrio: la Torre de Gálata. Mirador por excelencia de la ciudad, su figura se impone en todo el paisaje permitiendo que Gálata incluso sea identificable a mucha distancia. En sus alrededores se pueden localizar pequeños establecimientos de venta de instrumentos de música y así como bares con mucha solera, siendo en la actualidad es una de las zonas más bohemias de la ciudad.
La población judía fue dominante en la zona durante generaciones, de hecho sus empinadas calles alojan un gran número de sinagogas (Zülfaris, Tofre Begadim, Sinagoga Italiana…) muchas de las cuales aun siguen en funcionamiento. El museo judío, recientemente abierto en las inmediaciones de la Sinagoga de Neve Şalom, es el lugar idóneo para conocer la extensa y fructífera relación entre los judíos y el pueblo turco.
También en la zona se encuentra la Mezquita de los Árabes, uno de los pocos ejemplos del arte gótico que sobrevive en Estambul y que fue construida sobre los restos de la antigua Iglesia de San Pedro y San Pablo cuyo antiguo campanario constituye hoy el minarete del templo.
Fatih, el centro histórico de Estambul
Atravesando el mítico Puente de Gálata, nos encontramos en el barrio de Eminönü, escenario de película que esta dominado por la esbelta silueta de la Mezquita Nueva una de las más bellas de Estambul.
A sus pies se abre el popular Mercado de las Especias, que es el preámbulo de unas calles donde el flujo comercial es intenso y que desembocan en la estación de tren de Sirkeci, última parada del mítico Orient Express.
Desde allí podemos acercarnos Sultanahmet, donde se encuentran los monumentos más conocidos de Istanbul: Santa Sofía y la Mezquita Azul.
Santa Sofía, símbolo del Imperio Bizantino, es un milenario edificio que cualquier viajero guarda en su memoria dado la grandiosidad de su cúpula y su consistente figura visible desde todo el Bósforo. Transformada en mezquita tras la conquista otomana de la ciudad, fue secularizada por decreto del presidente turco Kemal Atatürk y hoy en día constituye uno de los museos más visitados de Turquía.
La Mezquita Azul es más modesta en años pero no en importancia, de hecho es el templo islámico que marca la autoridad religiosa de la ciudad, su importancia se resume en sus 6 imponentes minaretes, honor que pocos templos musulmanes en el mundo comparten. Su interior es bello, con una composición formada por azulejos de Iznik que dotan a la mezquita de ese color azul característico por la que es mundialmente conocida.
Cerca de ambos monumentos se encuentran los restos del antiguo Hipódromo, que junto a la Basílica Cisterna nos recuerdan la grandeza del poder Bizantino. Este último monumento enamora al visitante con su armónica distribución en columnas la han hecho merecedor del sobrenombre del Palacio del Agua.
También en Sultanahmet se encuentra el Palacio de Topkapi, el cual es uno de los complejos palaciegos más grandes e impresionantes del planeta; obra de clara esencia otomana, fue la residencia predilecta de los sultanes y hoy en día sirve como museo de la gloria imperial. Su Harem altamente mitificado por los occidentales, conforma la parte más espectacular de un palacio que parece no tener fin.
Topkapi compite en numero de turistas con el siempre abarrotado Gran Bazar, este mercado cubierto es conocido mundialmente por su laberíntica configuración; quizás se pueda comprar lo mismo en otros lugares e incluso más barato, pero si somos sinceros hacerlo en este mercado tiene un encanto especial.
Una de las cosas más sorprendentes del distrito de Fatih es el momento de la llamada a la oración, cuando cientos de cantos en árabe se dispersan por toda la ciudad y se entremezclan en una impactante melodía que tiene especial fuerza en el barrio dado la concentración de mezquitas existentes.
Algunos de estos cánticos surgen de los 4 alminares de la Mezquita de Süleymaniye, el cual está considerado como una de las obras cumbre del arte otomano. Fue diseñada por el famoso arquitecto Sinan, el cual construyó un edificio impactante, de gran visibilidad y cuya cúpula nacía para competir con la de Santa Sofía en una sana rivalidad por la altura que dotó al paisaje urbano de Estambul de un perfil elevado en centímetros y belleza. En su patio se encuentran las tumbas del sultán Suleimán y su esposa Hürrem, figuras ampliamente mitificadas por la historia y por la televisión y cuyos restos son visitados por miles de fieles y turistas.
Pero la colección de mezquitas es interminable, de hecho a quien le guste el arte islámico y su evolución artística no puede dudar en conocer la Mezquita de Fatih (donde se encuentra la tumba Mehmet II El Conquistador), Sultán Selim, Nuruosmaniye, Sehzade, Aksaray o mismo la sorprendente Mezquita de los Tulipanes, todas verdaderas joyas cuya belleza luce aún más durante el Ramadán, cuando las Mahyas iluminan la noche y las cenas colectivas ocupan las calles. Durante este mes sagrado es posible ver la túnica de Muḥammad, fundador del Islam, en la mezquita de Hirka-I Serif.
Pero Fatih es un mar de sorpresas, de museos y madrasas, de acueductos o baños turcos y en donde la antigua Constantinopla aun se expresa en hermosos mosaicos como los que podemos encontrar en la hermosa iglesia de Chora o en la cercana Pammakaristos.
La presencia cristiana aun esta muy presente en el distrito y de hecho sin abandonar el amplio recinto amurallado encontramos los patriarcados de las dos comunidades practicantes más importantes de la ciudad.
El más singular es Patriarcado de Constantinopla, bastión ecuménico de la religión ortodoxa ubicado en el barrio de Fener, a los pies del imponente colegio griego y muy cerca de Santa María de los Mongoles, la iglesia en activo más antigua de Estambul; un templo que pese a su antigüedad e importancia no puede competir con la elegancia de la Iglesia Búlgara de San Esteban, uno de los pocos ejemplos supervivientes de la arquitectura religiosa hecha en hierro.
El otro centro religioso de referencia es el patriarcado de Kumkapı, el cual constituye el epicentro cultural y religioso de la comunidad armenia y que en el pasado tuvo su sede en Samatya, barriada donde el cristianismo esta aun muy presente.
Pero de la misma forma que los cristianos establecieron sus propios barrios tras la Conquista Otomana, los judíos crearon los suyos propios siendo el más importante el de Balat su principal referente. Hoy en día no residen judíos en la zona pero aun son visibles varías sinagogas como Ahrida o Yanbol.
Eyup, la tierra sagrada del Islam
Eyüp es uno de los lugares más emblemáticos de Estambul, situado en el exterior de las murallas, está considerado como tierra sagrada por los musulmanes, ya que aquí se encontró la tumba de Abu Ayyub al-Ansari, adalid de Mahoma y líder del primer intento de conquista musulmana de la ciudad.
Los sultanes otomanos decidieron que las minorías no musulmanas podían residir en todos los barrios exceptuando en este, de ahí que el vecindario de Eÿup parezca salido de las fantasías de los autores europeos del siglo XIX y su peculiar visión de Oriente.
Esa esencia única atrajo al escritor francés Pierre Loti, cuya pasión por este barrio conllevó que construyera una casa en lo alto de una colina que hoy lleva su nombre y cuya pendiente esta ocupada por un hermoso cementerio escalonado donde muchos fieles reposan con el deseo de estar cerca de la Mezquita del Sultán Eyüp, uno de los lugares más sagrados del Islam.
Dolmabahçe, un palacio de ensueño
Otra de las paradas clásicas de Estambul es el Palacio de Dolmabahçe. Se trata de un conjunto monumental situado en Beşiktaş, muy cerca del estadio de fútbol de este famoso equipo.
Residencia de los últimos sultanes otomanos, tiene un aire occidental donde destaca su impresionante el mobiliario y un hall de entrada donde los dirigentes otomanos sorprendían a los delegados y embajadores internacionales.
En este palacio también falleció Atatürk, verdadero impulsor de la moderna república de Turquía y personaje omnipresente en cualquier lugar público del país.
La mezquita más bella de Estambul y un paseo por el Bósforo
Esa lengua de mar que une el Mar Negro y el Mármara, es la senda paisajista más espectacular de Estambul. El Bósforo es como un museo al aire libre, donde los palacios otomanos hacen suya la orilla y muestran toda la gallardía de sus maderas nobles.
Una ruta por el Bósforo tiene parada obligada en Ortaköy donde su bella marina y su mezquita crean un fondo de foto muy envolvente en perfecta combinación con el espectacular puente que cruza ambas orillas.
Poblaciones como Bebek y Arnavutköy, acompañan a Ortaköy en esta galería de belleza, unidas por un paseo marítimo sinuoso, en el que cohabitan en mutuo respecto pescadores y meros paseantes. Estos núcleos urbanos sirven de antesala de la impresionante fortaleza de Rumeli Hisari, que con su homologo en el lado asiático Anadolu Hisari, fueron claves en el asedio a Constantinopla al ahogar el suministro vital a la ciudad.

El Estambul asiático
Kadıköy es el centro neurálgico de un lado asiático y progresivamente se está convirtiendo en uno de los rincones preferidos por la gente más joven y moderna; Kadiköy es famoso por su ambiente cultural, por sus pequeños bares con encanto o bien sus teterias con vistas al mar.

Tierra de simpáticas estatuas y del mejor arte urbano de la ciudad, en el paisaje monumental de este barrio predominan las iglesias, algo que no sorprende en una tierra que un día albergó el famoso Concilio de Calcedonia.
Con todo a nivel monumental en Kadıköy destacan principalmente los edificios públicos como es el caso de los barracones militares de Selimiye, la Universidad de Mármara o la estación de trenes de Haydarpaşa.
Más al Norte en Üskudar las casas y palacios otomanos son más frecuentes y el cariz residencial está muy asentado, como se puede observar en pintorescas barriadas como la de Kuzguncuk o Çengelköy.
Los mejores monumentos del distrito de Üsküdar, están reservados para la zona costera como son la Mezquita de Şemsi Paşa, el palacio de Beylerbeyi, la mezquita de Mihrimah, la escuela militar de Kuleli o la popular Torre de la doncella o de Leandro, cuyo faro parece que fue erguido para ser mitificado en cientos de leyendas.
Ya en el interior del entramado urbano destacan sobre todo las mezquitas modernas, como es el caso la de Çamlıca (con 6 alminares), Sakirin o la de la Universidad de Mármara, así como otras más históricas como la de Valide-i Cedid.
Recorriendo el Bósforo en su camino a encontrarse con el Mar Negro, nos encontramos el distrito de Beykoz, que ofrece rincones plenos en belleza. La hermosa visión de las mansiones a pie de mar o de villas marineras como Anadolu Kavağı, se complementa con la opulencia de los palacios Imperiales como el de Küçüksu o el de Beykoz Mecidiye.
Pero en la costa también se levantan hermosas fortalezas como la de Anadolu Hisarı o la de Yoros, sin olvidarnos del aspecto religioso ya que en estas tierras la tradición turca nos narra que aquí se encuentra la tumba del profeta Josué (Yuşa en turco).
Estambul, un sentimiento imborrable
Estambul es una de esas ciudades que generan una fuerte disputa interna, ese amor y odio a su propia decadencia, a sus calles abarrotadas y a la majestuosidad de sus monumentos; una urbe que embellecida por el Bósforo, vierte historia por todos sus poros haciendo una gala de una multiculturalidad que se refleja en la mezcla caótica de su expresión arquitectónica.
Sencillamente Estambul no se puede definir con un solo sentimiento, porque aunque uno quiera resulta imposible conocerla en toda su magnitud. Laberinto de calles donde perderse, un secreto, un puente entre dos continentes, un sueño, sencillamente Estambul.

Actualizado el 3 junio, 2022.
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Hermoso como describes a Estambul, dan ganas de estar ahí 😊😊
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Es facil describir una ciudad con tanta belleza e historia 🙂 un beso
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Recuerdo aquel día, hace aproximadamente veinte años, en el que la profesora de lenguaje nos dijo «si no os aprendéis la Canción del pirata no aprobareis». Ahí fue la primera vez que escuché su nombre. Muchos años más tarde y gracias a una campaña para fomentar la lectura en el metro de Madrid volví a recordarla, había un pequeño pasquín pegado a la pared del vagón. Al año siguiente la conocí. Y repetí, y volví a repetir hasta en nueve ocasiones, prácticamente una por año. No hay un solo día que no piense en ella, en volver a ver a mi amor, en sentirme completa junto a ella.
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Tu diagnostico es llamado «hüzün» esa sensación que te engancha a Estambul y que no te abandona tu cuerpo y te hace desearla, amarla y odiarla por partes iguales 🙂 somos muchos los enganchados a esta droga 🙂 un beso
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