A diferencia de la pasión de los turcos por los gatos, los estambulís no guardan una relación tan fraternal con los perros (köpek en turco) y así, y aunque en tiempos recientes su presencia como mascota es cada vez más habitual, en Estambul no existen tantos canes y la mayoría son usados como guardianes; con todo lo que más sorprende al foráneo es ver la cantidad de perros callejeros que existen, los cuales incluso forman pequeñas manadas que deambulan por avenidas y jardines.
Grupos de cánidos que no levantan precisamente simpatías entre los ciudadanos turcos, que de forma general se ponen nerviosos ante su presencia, ya que estos perros son de cierto tamaño y en ocasiones muerden a los transeúntes.

Pese a los miedos de algunos, los perros callejeros de Estambul, que generalmente pasan la mayor parte de su tiempo durmiendo en las calles, son controlados sanitariamente por las autoridades que evitan además que su número aumente mediante esterilizaciones selectivas, aunque en el pasado se adaptaron medidas más radicales y polémicas como el traslado de los mismos, para su posterior exterminio, a la remota isla de Sivriada.

La isla del destierro
Sivriada es un pequeño islote que forma parte del popular archipiélago de las Islas Príncipe y que siglos atrás sirvió como lugar de retiro voluntario para monjes u obligado para ilustres personalidades bizantinas incluyendo el de varios patriarcas ortodoxos.
Con todo, sus principales «rehenes» fueron curiosamente miles de perros, ya que la ínsula fue utilizada para solucionar la sobrepoblación de canes callejeros; un exterminio programado que consistía en dejar a su suerte a los chuchos en este desértico y agreste territorio, con el fin de que se matasen y comiesen unos a los otros.

Traslados masivos detenidos por «intervención divina»
La isla, debido a su aislamiento, llamó la atención del sultán Mahmud II quién en el siglo XIX decidió utilizar este rocoso paraje, para eliminar de una tacada el problema de los perros vagabundos de Estambul (se estima que había unos 50.000 viviendo en las calles); para ello, se dice que el líder otomano capturó a gran parte de los perros y llenó barcos con el fin de transportarlos a la isla.
La leyenda cuenta que muchos de los navíos no llegaron a su destino ya que el fuerte viento los devolvió a tierra firme; algunos interpretaron que esto era una señal de que Dios rechazaba tal destierro y por ello las autoridades de palacio decidieron parar el traslado forzoso.
Años más tarde el sultán Abdülaziz lo volvería a intentar, pero, tras trasladar a varios grupos de canes, una serie de incendios surgieron en la ciudad y muchos quisieron ver en este hecho una nueva de Allah y el plan fue postergado sine die y los perros traídos de vuelta.
El último y el más polémico plan de exterminio
El último intento de exterminio fue auspiciado en 1910 por el gobernador de Estambul, que con ayuda de la comunidad gitana, realizó una intensa batida consiguiendo trasladar a miles de perros a la isla, los cuales en su gran mayoría fallecieron de sed o de hambre.
Pese a la controversia generada por el plan y las críticas abiertas al mismo, haría falta un gran terremoto de magnitud 7,3 en la escala Richter para que el gobernador descartarse para siempre su macabra idea y trajese los canes supervivientes de vuelta al continente, ya que muchos estambulís interpretaron el temblor como un nuevo castigo por el maltrato animal y consideraron maldita la isla, siendo bautizada popularmente con el nombre de Hayırsızada (La isla desafortunada en español).

Hoy en día Sivriada ya no es un lugar para «condenados al ostracismo» aunque la misma permanece fuera de las rutas turísticas y sus aguas y playas son utilizadas únicamente por barcos privados que disfrutan del Mármara sin agónicos ladridos de perros; canes que generan muchas antipatías, pero que forman parte inherente del paisaje de Estambul y que al parecer cuentan con amparo divino que reclama para estos bellos animales eterno respeto y protección.
Actualizado el 16 noviembre,2016.
Quien interesante artículo
Gracias
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gracias a ti por tu comentario
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En el libro de Pierre Loti había leído esa historia, pero no sabía que habían intentado 3 veces, ni tampoco dónde estaba la isla. Muy interesante. Y hermoso pensar que Allah protege hasta a los perros, aunque para muchos religiosos sean considerados impuros. Gracias por escribir!
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gracias a ti por seguirme, no sabia que Pierre Loti lo mencionaba, si se que Orhan Pamuk lo hace en su libro de Estambul , tengo decenas de libros pendientes de la ciudad a ver si me pongo un poco mas al día.
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Me encanta tu entrada.
Saludos
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muchas gracias 🙂 me alegra que te haya gustado un saludo
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Tengo poco tiempo siguiendo tu talento, te felicito y me gustó mucho lo que escribiste, saludos desde Monterrey México……
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gracias a ti por tu comentario, espero que me sigas leyendo y recibiendo comentarios tuyos. un abrazo
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Apasionante como esta contado, te felicito, gustosas de compartirtr en nuestros grupos de facebook dandote los creditos
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Un placer, adelante si lo quieres compartir. un saludo
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te quiero agradecer por esta información, me apasiona todo aquello que tenga que ver con este país tan hermoso, y tu has hecho que mis tardes se pongan interesantes, cada vez que pasa algo malo vengo aquí y me tranquilizo, gracias por ser una persona culta y de buen gusto , además de una persona que realmente le interesa este tipo de cosas, un fuerte abrazo desde una chica ecuatoriana y de todo este país.
posdata: Sigue escribiendo.
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Seguiré escribiendo mientras haya personas como tu que me dejen mensajes tan bonitos como este, muchas gracias de corazón
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