El placer de navegar el Bósforo se hace pleno cuando el perfil del Palacio de Dolmabahçe aparece ante tus ojos y nos resume en una sola estampa cuan bella puede ser Estambul.

Dolmabahçe es lujoso de cuna, de hecho nació con toda la grandiosidad y lujo moderno del momento, algo que ya no podía ofrecer a los sultanes el longevo Palacio de Topkapı; la opulencia exhibida, además, quería mandar al mensaje al mundo de que el Imperio Otomano seguía siendo una potencia y estaba lejos de ser el «hombre enfermo de Europa«, expresión utilizada por las potencias europeas para descalificar a los otomanos.
Este afán exhibicionista no reparó en gastos y así el Sultán Abdülmecit I contrato a la prestigiosa familia de arquitectos Balyan, quienes crearon un mundo mágico de inspiración ecléctica que entremezcla los estilos neobarroco, neoclásico y rococó, diseños arquitectónicos presentes en los nuevos palacios europeos construidos a lo largo del siglo XIX.

Fue el primer palacio de Estambul que olvidaba las líneas orientales y apostaba por el lujo europeo; de hecho, el palacio por momentos recuerda a las residencias europeas, así las escaleras están hechas para impresionar a los visitantes mientras las vajillas, lamparas, espejos etc, lucen a la sombra artesanado de los techos; con todo los distintos sultanes fueron añadiendo elementos propios asociados a la cultura otomana que añaden una riqueza y los diferencia de otros complejos monárquicos.

Con todo el elemento más significativo del palacio y que lo hace único en el mundo es su capacidad para combinarse con el mar; el porte elegante de su edificio principal abre puertas al Bósforo, entradas monumentales donde antaño atracaban las barcazas reales y que hoy en día son custodiadas por militares que a falta de actividad se extasían con la belleza de los mares de Estambul.

El vínculo con las aguas del Bósforo es el elemento capital que define el palacio; así se ubica en una de las mejores ubicaciones costeras de Estambul, un perfecto fondeadero utilizado por flota otomana por la tranquilidad de sus aguas y que con el tiempo fue rellenado progresivamente hasta convertirse en un terreno fértil donde crecieron pequeños palacetes y jardines, que darían nombre a la zona que sería conocida como Dolmabahçe, que procede de la combinación de las palabras Dolma (relleno) y Bahçe (jardín).

Las mansiones costeras fueron derruidas en 1843 con el inicio de las obras, mientras que el jardines fueron aprovechados para dar belleza floral al nuevo palacio que sería inaugurado con toda pompa en el año 1856.

Las fuentes, los arboles o los tulipanes, son parte esencial de este ecosistema propio al que uno accede a través de la esplendorosa Puerta del Tesoro, tan magnifica y magnética que nos hace pasar incluso de largo de la mirada de la majestuosa Torre del Reloj.

Esta puerta monumental es por donde acceden los turistas, pero las seis generaciones de sultanes que habitaron el palacio, lo solían hacer por la conocida como la Puerta del Sultán, que es tan espectacular o más que la anterior, creando una competición arquitectónica en la que todos ganamos.

Una vez dentro del recinto, el Palacio de Dolmabahçe (Dolmabahçe Sarayı en turco) se abre a la vista y ofrece sus fachadas al espectador, simétricos retazos hacía donde dirigiremos el objetivo de nuestras cámaras hasta agotar nuestras memorias.
El interior del palacio no puede ser fotografiado y algo que uno agradece porque permite al visitante prestar más atención al guía, quien nos narrará con detalles los secretos de la vida en palacio y de sus ilustres habitantes.

Una de las personalidades más destacadas que habitó el palacio fue Atatürk, quien vivió aquí los últimos años de su vida y que fallecería en 1938 en una estancia del palacio. Dicha habitación es conservada intacta con el fin de homenajear al que fuera fundador de la República de Turquía y que curiosamente sería quien finiquitaría el Imperio Otomano con la abolición del sultanato en 1922, poniendo fin al uso de Dolmabahçe como residencia otomana.
Atatürk no alteraría mucho el interior del complejo que si bien copia en estilo a las cortes europeas con sus grandes y cuidados salones, mantiene la división estructural típica de los palacios otomanos, con una parte pública Selamlık y otra parte exclusiva para el sultán y su familia conocida por el nombre de Harén, la parte que históricamente ha disparado más el interés de los turistas occidentales.

Estos dos espacios están separados por el imponente salón ceremonial que es la estancia más espectacular del complejo y que se eleva en altura en una impresionante cúpula desde donde cuelga la que se considera la lampara de araña de cristal de Bohemia más grande del mundo.

Dolmabahçe presume de poseer una de las colecciones de lamparas de cristal más espectaculares del mundo, amor por el vidrio de alta calidad que también se observa en los espejos, vajillas o elementos decorativos de todo el complejo, pasión que se vuelve obsesión en algunas salas del palacio como es el caso de las celebres Escaleras de Cristal o bien de la estancia conocida como Camlı Köşk.

El problema del Palacio de Dolmabahçe es que veas a donde veas todo es puro lujo, así tendemos a no valorizar cientos de lujosas habitaciones que serían la estrella de cualquier otro museo, pero aquí pasan realmente desapercibidas; de hecho es común que en Dolmabahçe por momentos tengamos síntomas del síndrome de Florencia y nuestra mente pida a gritos desconectar de tanta ostentación.

El agotamiento también lo sufrieron en su momento las arcas otomanas, ya de por si escasas tras el proceso de renovación de infraestructuras civiles y militares, y que no pudieron soportar el inmenso coste del palacio y el país acabó quebrando financieramente en 1875; este hecho fue clave en la historia del Imperio Otomano ya que a partir de ese momento quedo a merced de las potencias extranjeras y fue el caldo de cultivo para diversas crisis en los Balcanes que acabarían por provocar una herida mortal en la unidad territorial otomana.
Más allá del impacto sobre la historia otomana, Dolmabahçe es uno de esos monumentos esenciales que uno debe siempre visitar en Estambul, un palacio, pero también un símbolo de otra época y un regalo para todos aquellos amamos el arte y la historia de esta impresionante ciudad.

Actualizado el 8 febrero, 2021.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
Me encantó , estas historias son tremendas, vi la novela del Sultan hermosa, ojalá puedan seguir podiendo novelas de este tipo.
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